Aquel personaje siniestro

César Alfaro Mosquera
Obra de Museo

Técnica: óleo sobre lienzo

Dimensiones: 2 x 1,80 m

Año: 2020

Un gran dilema que enfrentamos en la contemporaneidad es el que se deriva del carácter compasivo o despiadado del arte contemporáneo, como lo enuncia Paul Virilio en “El procedimiento silencio” (2001). Desde el campo de concentración de Awschwitz convertido en museo -pálido reflejo de lo que hoy constituyen los campos colombianos en toda la extensión de su geografía por cuenta de lo crímenes de Estado de los últimos 30 años-, hasta los animales sacrificados por Damien Hirts para sus exposiciones de la década de los noventa, toda la serie de obras relativas al horror de los cuerpos sacrificados en nombre del arte contemporáneo y el registro histórico de la muerte como signo de los crímenes de la humanidad, hacen que retorne una y otra vez la pregunta sobre la dimensión de lo sensible en la condición humana, sobre las fuerzas que nos dominan en relación con las que somos capaces de desencadenar, y la pregunta por la resignificación de ese concepto que siempre ha estado ligado al acontecimiento del arte: la belleza.

Al respecto, en el extremo crítico de este tiempo inverosímil y despiadado, lo único que se puede decir es que lo bello es la vida, y que no es condición del arte el ser bello puesto que no hay paradigma de belleza que el tiempo no encumbre y desmorone -así, lo bello en el arte termina siendo un aire de época. La condición del arte es defender la vida, expresarla de múltiples formas y resistir los poderes que la someten y la descomponen. De ello deriva el sentido inconmovible del arte.

“Aquel personaje siniestro” encarna las fuerzas de la paradoja humana, en cierto sentido es el verdugo, el mafioso, el banquero, el empresario multinacional, el dictador, el político cínico y corrupto, el militar que da la orden de matar, el paramilitar, el sicario, el mercenario, el abogado de criminales, el xenófobo, el racista, el machista, el periodista sin escrúpulos que divulga las consignas del poder, el genocida eterno que hace de una nación su reino del terror… pero también es el fascista que cada uno de nosotros llevamos dentro y la conciencia de combatirlo a diario para no humillar el espíritu. Y también es la estupefacción y la carne animal que se conduele por debajo de toda esa capa de humanidad.