El Método de Franquear las Fronteras
Estamos acostumbrados a creer que pensar es un asunto de la filosofía. Esa costumbre nos ha conducido a compartimentar nuestras capacidades mentales, a darles atribuciones de acuerdo con una escala que gradúa a los seres de menor a mayor perfección, y que asume que los seres más perfectos son los humanos (ojalá hombres blancos y anglosajones). Esa costumbre ordena la mente bajo supuestos que actúan como prejuicios y nutrientes del poder establecido. Para desbaratarla, autores como Deleuze proponen derrumbar las fronteras, confundir los límites, mezclar los ámbitos, hacer uso del arte, la política y la ciencia para volver el pensamiento una ética y una ciencia de la estética. En vez de que haya de un lado la ficción y, de otro, la realidad, Nietzsche propone el simulacro como la potencia de lo falso en el que sólo retorna “lo sin forma”, el excedente de la sustracción de la identidad.