La Actualidad de Nuestra Antigüedad: Nietzsche sobre la Voluntad de Apariencia
Inquirir por el valor de la antigüedad condujo a Nietzsche a estallarla por completo al elaborarla desde lo disímil. Si “nuestra” antigüedad en curso es todavía la de Nietzsche está por verse, pues al lado griego siempre se nos aparecen imágenes amerindias y árabes que perturban los desvelos con el clasicismo. Plantear la pregunta por la actualidad de nuestra antigüedad no es elaborar su vigencia o su asunción como fuente, sino postular las vías de su desemejanza. Así, el arte según Nietzsche, en tanto “voluntad de apariencia”, ajena a los añadidos mentirosos de mundos verdaderos, no excavaría para desenterrar legados reprimidos –sean estos amazónicos, andinos o musulmanes–. Lo amerindio y lo árabe serían virtualidades que, en su actualización, corroen la tentación de la autogénesis presente en nuestro extravío por el acertijo de las identidades. Frente a este juego especular de lo mismo, la “voluntad de apariencia” se presenta como una aurora insolente, bailarina e infantil. Como arte de sobrevolar las distancias y no de excavar tesoros enterrados, capaz de fabular imágenes que atentan contra nuestro más acuciante veneno: la voluntad de verdad.