¿Qué es lo que el arte pone en juego? (Crear, pensar, … Encontrarse, en ninguna parte)

Orlando Martínez Vesga
Conferencia
11 Nov
3 : 30 PM

Hace más de 15 años que doy clases de historia del arte en la Universidad del Cauca, y desde el comienzo he pensado en esas clases como un espacio en el que “algo” se pone en juego. El arte detona el diálogo, la lectura de las obras siempre es distinta, uno se fija en otros aspectos cada vez. Las aproximaciones que propongo implican un compromiso con acercarse, entrar en ciertas obras, pensar los detalles. Sin embargo a veces en historia del arte también conviene tomar distancia, considerar una vista panorámica. Me interesa pensar la idea de juego como una estrategia para leer la historia en un desplazamiento constante. En términos de Gadamer se trata de un movimiento de vaivén, un movimiento que no está vinculado a fin alguno.

Mi método de trabajo -como artista y como historiador- me permite pensar la historia del arte de distintas maneras mientras busco lo que está en juego mediante la redacción de notas breves que se clasifican en varios asuntos: la historia como fuente del proceso de creación, el dibujo como recurso para llegar a la obra o para deconstruirla, el grabado como manera particular de dibujar, los tiempos que están implícitos en la obra y el contexto como un compromiso con un lugar. Este modus operandi se deriva del estudio de varios autores: John Berger, Roland Barthes, Robert Walser, Jean-Yves Jouannais, Enrique Vila-Matas, Walter Benjamin, Aby Warburg. De esta manera, ordeno mis ideas en el ejercicio de escribir y me puedo acercar a las obras de arte desde ángulos distintos: comentar, describir, comparar, sugerir relaciones y abrir sentidos. Y además puedo escapar a tiempo de las explicaciones.

Detrás de estas reflexiones subyace la pregunta: ¿Qué es lo que el arte pone en juego?, Cuando lo que está en juego es lo que se nos escapa, lo que no logramos abarcar, lo que no podemos comprender – totalmente, nos queda una herida. La herida es una suerte de detonante que se debate entre la incomodidad de no saber, de no poder cerrar el sentido de una obra o de un proceso y el premio de la incertidumbre como estado propicio para la creación o para pensar la obra. Como artista presiento que la obra ocurre en el terreno de las dudas, mientras intentamos lidiar con lo que queremos saber. Como historiador he aprendido a aceptar que la obra sigue ocurriendo, que no terminamos de saber su contenido, que cuando me encuentro en los laberintos del sentido, abierto a no llegar a un lugar, aparece esa sensación contradictoria, al mismo tiempo de perplejidad y de certeza de estar a gusto en ninguna parte.