Arte político

Carlos Mesías
Obra de Museo

Técnica: Óleo sobre lienzo y seres orgánicos

Dimensiones: 50 cm x 90 cm

Que es el arte sino un reflejo del alma humana, que es sino un breve instante de la existencia, y que es sino más que una extensión de nuestro cuerpo. Y es que el arte no se encapsula a un lienzo extendido sobre un bastidor, ni a la más fina de las esculturas de mármol, el arte es la vida misma, una vibrante melodía que despierta nuestros más íntimos sentidos o las bellas flores que rodean la naturaleza que a menudo pasa desapercibida. 

La obra aquí presentada la realicé bajo el concepto de arte político pensando en este como nuestro territorio corpóreo, pensando en el hombre como un conjunto de fragmentos que suman un  presente. Nosotros como seres en constante crecimiento somos un montón de retazos que cubren poco a poco nuestra esencia, una  hoja en blanco en la cual se nos imponen ciertos patrones y otros por el contrario son adquiridos y agregados por gusto propio, provocando que en algún momento no seamos más que una ruina de lo que alguna vez fuimos.

 La ruina es aquel registro de que algo alguna vez estuvo allí, es esa memoria terrenal que dejamos al mundo después de nuestro deceso, que con el tiempo pasará al olvido así como nuestra existencia. Y es que ¿después de nosotros que hay?, sea un Valhala o un Hades eso ya no importa, porque el paraíso o el infierno es el que estamos viviendo justo ahora, ese que labramos día a día, que es guiado por nuestros deseos y pasiones, lo que hay después es insignificante, porque es lo que somos ahora lo que rige el mundo, y no somos más que un puñado de fragmentos de vivencias, de sueños y flores marchitas o más vivas que la mirada de un niño que ve a su madre.

Somos un rompecabezas en constante desarrollo, un individuo que con cada paso se acerca a su final, un reflejo de lo que queremos ser, uno fallido o acertado, pero ante los ojos del prójimo somos un número más de todos los otros millones de seres que caminan entre nosotros. Es por eso que cuando mires a los ojos de un ser destruido, solo te encontraras ante un espejo que te recordará aquello que eres o terminaras siendo, un montón de sueños rotos y alcanzados, una amalgama de aquel caballero reluciente que deseamos ser junto a la bestia que buscamos vencer.

Esta obra es la esencia de un hombre, uno que te mira a los ojos en busca de una respuesta, una que no le puedes dar, no porque no quieras, sino porque ves en su mirada un reflejo, uno que te recuerda que tus rosas tampoco han florecido, que tu carne desgarrada debe ser sanada, que eres tan frágil como él, como nosotros, como yo mismo.

Como seres orgánicos estamos destinados a perecer, a abandonar este plano y enfrentarnos a lo desconocido, a conocer la respuesta que el hombre se ha realizado todo su existencia, pero lastimosamente es un viaje del que no podemos volver. Los insectos presentes también estuvieron vivos, más corto su paso por la tierra pero dejaron sus caparazones como huella de su vida misma, con esto busco recordar que dejaremos nosotros, además de recuerdos que serán olvidados con el tiempo, no quedara rastro alguno, no contamos con tanta suerte, por esto mi obra quiero despertar esa sensación, la de que solo somos carne con muchos retazos, buscando corregir lo que está mal, pero que al final terminamos convirtiéndonos en una quimera, mientras recordamos también lo frágiles que somos tanto en pensamientos como en materia.

El ser humano, un ser material, un ser político, un ser existencial.