Cuatro poses para un simulacro (Tres variaciones)

Paúl Marcelo Velásquez Sabogal
Obra de Museo

Técnica: Frottage y acrílico sobre lienzo

Dimensiones:3,68 x 1,90 m. c/u.

Año:2015-2016

A finales del año 2014 el periódico amarillista “El Extra” publica una imagen documental (8 x 4 cm) relacionada con los enfrentamientos entre militares y guerrilleros al norte del Cauca. Se trata de la fotografía de cuatro cuerpos tendidos en diferentes posturas que abarcan la mayor parte de la escena. La fuente documental presenta unas calidades muy particulares correspondientes a accidentes de la impresión tipográfica, suguiriendo en la imagen una atmósfera irreal, artificial, que a su vez, enfrenta al espectador con una superfice de gran riqueza gráfica. Las particularidades materiales de la imagen y la casi teatral postura de los cuerpos yacentes suguieren una poética particular. Los abatidos no han sido marcados por la cruda gramática de la violencia, a saber, cortes especiales o desmembramientos que les conviertan en un aparato simbólico en el imaginario cultural del conflicto armado en Colombia. Por su parte, hay algo que nos remite a una atmósfera más cercana al sueño que a la muerte, similar a los trances místicos de quienes resucitan o evitan la corrupción de sus cuerpos tras el deceso. La escena se ofrece como una puesta en escena, como un relato que opera en la frágil frontera entre la ficción y lo documental.

Mi aproximación a esta fuentre gráfica se basa en la simulación. La simulación como exceso de realidad señala una sustitución de lo real, o más bien su “suplantación... por los signos de la realidad, es decir, una operación de disuación”*. Sin embargo, la simulación en tanto narrativa contingente contiene en sí misma la exhibición de sus trucos, presentes sobre la superficie. Este exceso de realidad opera en tanto forma y contenido. Aproximarse a una imagen documental en el contexto del conflicto armado en Colombia necesariamente pasa por un “momento de sospecha”, donde el artista debe erosionar la superficie para entrever lo que se narra tras ella. En mi caso, me interesa “poner bajo sospecha” el medio, para ello diferencio dos tiempos: tiempo masivo y tiempo contemplativo. El primero corresponde a la velocidad de la imagen en los medios de comunicación masiva. El segundo corresponde a una deconstrucción de ese tiempo a través de los lenguajes plásticos.

Llevo a cabo tres variaciones sobre la imagen documental, con el objeto de “estirar” su tiempo masivo: partir de la velocidad para llegar a la lentitud. La imagen documental es manipulada y convertida en un mapa de bits, una imagen en blanco y negro que deja entrever la superficie al tiempo que vibra sobre ella. Fisula, erosiona la superficie del lienzo. Este mapa de bits es traducido al lenguaje del dibujo. Las tres variaciones consisten en dibujos sobre lienzo de gran formato (3,80 m. X 1,90 m. c/u), realizados en frottage y acrílico negro. La potencia de la mano que dibuja lentamente es el protagonista. La primera variación presenta una superficie trabajada en toda su extensión. La segunda deja entrever ciertas partes inacabadas, en donde el frottage emerge como una veladura tras el acrílico. La tercera es una imagen-fantasma, en donde solo queda la pálida veladura del frottege. El espectador contempla no solamente la superfice terminada de la primera variación, sino también el proceso, el truco de la simulación de una mano emulando un proceso digital. La simulación se pone bajo sospecha a sí misma. El tiempo contemplativo (monumental y pausado) contronta al tiempo masivo (“virtual” e inmediato).

El problema de percepción de lo real detonado en esta obra nos vuelca a una lectura sobre nuestro contexto más inmediato: el cubrimiento mediático y vacío de masacres y demás crímenes de lesa humanidad, cuya representación mediática en los medios de comunicación masivos aseguran no solamente su propio olvido, sino también una percepción atenuada y tergiversada de los hechos. La criminalización de las víctimas. El tiempo contemplativo permite hacer una pausa ante la representación de estos hechos, sospechar del medio-mensaje y recordar.

*“Il ne s’agit plus d’imitation, ni de redoublement, ni même de parodie. Il s’agit d’une substitution au réel des signes du réel, c’est-à-dire d’une operation de dissuasion…”. Baudrillard, Jean (1981). Simulacres et simulation. Paris: Editions Galilée.