Piel

Diana C. Cerón R.
Obra de Museo

Técnica: Escultura

Material: Tela con fósforos

Dimensiones:3 x 1.5 metros (extendida)

Año de realización: 2017 - 2019

El arte tiene la facultad de transformar ideas, materia y transformar cuerpos.

Mi trabajo artístico hace una reflexión sobre el cuerpo y la búsqueda de su identidad. Es de mi interés conciliar un reencuentro del cuerpo consigo mismo debido a que, ante los comportamientos sociales y nuestra gran capacidad de imitar a nuestro entorno social, se ha perdido una identidad genuina. El cuerpo se ha convertido en un territorio desconocido, en olvido y ausencia para sí mismo. 

Para esta convocatoria quiero participar con dos de mis obras, que hacen parte del proyecto Transmutación. Ante crisálidas constantes, las cuales han encaminado mi búsqueda por lo desconocido del cuerpo y su identidad, planteando constantemente preguntas como porqué la contemplación propia del cuerpo, quién soy o el porqué no es fácil responder a esta última pregunta. 

La obra Piel, es una escultura elaborada con fósforos adheridos a un velo. En el proceso de su elaboración, se han encontrado reflexiones acerca del rol que ejerce el artista como un ente creador, que manipula y transforma un material a partir de una fijación propia, de una sensibilidad y una necesidad para resolver las preguntas o dilemas que le aquejan. 

La conexión con el material comenzó con la exploración de distintos materiales que en la academia de artes de la Universidad del Cauca se llevó a cabo, hasta llegar al reencuentro con un sólo fósforo y a una apreciación más consciente y reflexiva por este artículo doméstico, viéndolo como una alegoría de la vida (partiendo de la ley química la materia se transforma, no se destruye)

Esta manipulación, observación y juego que se llevó a cabo con el material, condujo a la composición de una pieza conformada por la acumulación de fósforos, como también, a pensar en una acción repetitiva (adherir fósforos a la tela base una y otra vez). Daba la noción de tener un camino hacia alguna respuesta o por lo menos la satisfacción de sacar una conclusión portadora de más preguntas, más cercana a una verdad propia acerca de quién soy.

Como lo he mencionado antes, es el artista quien ha manipulado y transformado el material, sin embargo,en medio del quehacer,  se encuentra una acción repetitiva, que permite al artista nuevas posibilidades de manipulación y nuevas respuestas. Tanto el artista que manipula como el objeto que brinda nuevas posibilidades son elementales en medio del quehacer, pues el artista manipula y transforma el objeto y el objeto manipula y transforma al artista. 

En este caso, la obra piel ya conformada, requirió de nuevas acciones del cuerpo, no era una sola postura: sentada frente a la tela pegando uno a uno cada fósforo, sino que el cuerpo comienza a experimentar nuevas acciones para manipularla: su peso es distinto, su tamaño, su tratamiento, su movimiento. El cuerpo sin más se inmiscuye, necesita mezclarse más con el objeto, jugar, manipular y experimentar con él de distintas formas. 

El objeto manipula, permite al artista explorar este material y a su vez, explorar su propio cuerpo. Se vuelve un evento performático del cuerpo confinado con el objeto.

La obra Valva, es un registro de la unión de estas dos partes: El cuerpo y el objeto. Utilizo el video como técnica para plasmar este proceso performático. Se hace hincapié en la acción del cuerpo con el objeto. El objeto brinda al cuerpo nuevas posturas, nuevas acciones que poco a poco se vuelven comunes y se establece una confianza entre el cuerpo y el objeto. Dando lugar a la exploración del cuerpo. Se explora a sí mismo al manipular el objeto, al establecer el mismo como un territorio, como pensamiento, como acción, tiempo, movimiento y sensación. De esta manera se obtiene una simbiosis, un espacio muy íntimo entre el cuerpo con el cuerpo y el cuerpo con el objeto, se vuelve un solo organismo, una Valva. 

En este proceso hay riesgo, hay pérdida, hay desprendimiento, hay muerte de pensamientos, muerte de sensaciones, que desaparecen poco a poco y a su vez, hay sensaciones y pensamientos que devienen. El cuerpo pasa de un estado a otro, el cuerpo transmuta.  Este suceso lo presento como un “espacio de interiorización”: es un momento en que las decisiones, los pensamientos y las acciones no están mediadas por un ámbito social, de hecho, se aleja de cualquier personaje, idea, tiempo cronológico o entorno alternos a esa simbiosis y que puedan determinar o influir en una conducta en particular. Es en ese momento en que se puede llegar a una noción más concreta de una identidad genuina, permite un acercamiento al propio yo, pues el cuerpo es y ha sido un terreno inexplorado debido a la acción social que evita esos procesos de interiorización. Las perspectivas sociales de lo que es bueno o malo, bello o desagradable distraen de un reconocimiento propio, genera una visión alejada de una diversidad valiosa e importante en cada persona, en cada cuerpo y por consiguiente vacíos, angustia y una falta de aceptación por el cuerpo que posee. 

Este quehacer artístico permite pensar en que somos y pertenecemos a una naturaleza inminente en el ser humano y en todo lo que nos rodea, que es la transmutación. Y, que la identidad realmente genuina se consigue por un instante y en un espacio donde y cuando el cuerpo se convierte en territorio limitante para el yo y para el otro. Quiero recalcar la diferencia que hay entre el artesano y el artista. Y es que, el artesano que trabaja la madera y hace una silla, sabe cuál es la funcionalidad para la que está destinada esa silla, sin embargo, para el artista, crear una obra tiene como funcionalidad despejar un poco sus marañas mentales, pero no sabe cuál es el resultado de lo que está creando.

Y es esta la vivencia que he tenido gracias al arte, una transformación de mentalidad y apreciación del cuerpo y del objeto. Somos el olvido de nosotros mismos y el arte nos lleva al reencuentro y al recuerdo de lo que somos.